La necesidad de contar con alternativas energéticas limpias para reducir el impacto del cambio climático permite considerar el hidrógeno como un nuevo vector energético potencial, sin embargo, esto pudiera afectar el acceso a un recurso vital, el agua.
Los gobiernos y las empresas energéticas ven ahora el hidrógeno como una alternativa viable a las industrias energéticas tradicionales basadas en los combustibles fósiles.
Términos como «economía del hidrógeno» o «sociedad del hidrógeno» llevan a creer que es posible abandonar por completo los combustibles fósiles y depender únicamente del hidrógeno. Sin embargo, la creciente preocupación por los recursos hídricos futuros demuestra que depender únicamente del hidrógeno puede, en ciertos casos, sobrecargar nuestros recursos hídricos.
El boom del hidrógeno se desvaneció entre 2009 y 2010, y la culpa de ello la tienen muchos factores. El hecho de que la tecnología disponible fuera demasiado cara y no estuviera lo suficientemente madura como para aplicarla comercialmente fue uno de los factores que contribuyó. Sin embargo, la financiación disponible para la investigación y el desarrollo de las tecnologías del hidrógeno permitió que la economía del hidrógeno madurara lentamente en los años siguientes.
Tuvo que pasar casi una década para que el hidrógeno volviera a aparecer. En ese tiempo, Japón, Corea del Sur y China emergieron rápidamente como los líderes del hidrógeno.
En 2017, Japón y Corea del Sur decidieron apoyar oficialmente la economía del hidrógeno y convertirla en una parte importante de sus estrategias de seguridad energética. Mientras tanto, Australia comenzó a ver el hidrógeno renovable y otros combustibles renovables como una nueva exportación masiva potencial.
A su vez, el gobierno chino considera que el hidrógeno es una estrategia viable para hacer frente a la contaminación por combustibles fósiles en el transporte. Ofrece muchas subvenciones, incentivos fiscales y ayudas para desarrollar vehículos de pila de combustible de hidrógeno y construir infraestructuras de repostaje de hidrógeno y almacenamiento de energía.
Los grandes anuncios de que países o ciudades enteras pueden funcionar únicamente con hidrógeno pueden parecer un sueño, sin embargo, la economía del hidrógeno se está convirtiendo en una realidad.
El continuo desarrollo tecnológico de los últimos diez años ha permitido que la idea de la energía basada en el hidrógeno vuelva con más fuerza que nunca. El Acuerdo de París y los anuncios realizados en 2021 por varios países para eliminar el uso de motores de combustión interna en las próximas décadas beneficiaron aún más a la economía del hidrógeno.
California y Alemania ya cuentan con varias estaciones de repostaje de hidrógeno. Las pilas de combustible de hidrógeno también pueden almacenar la energía sobrante producida a partir de recursos renovables, como la solar, la eólica o la hidroeléctrica. El hidrógeno también se utiliza en muchas otras industrias. El petróleo y el gas y la industria alimentaria dependen del hidrógeno para el procesamiento del crudo y de los alimentos, respectivamente.
La producción de hidrógeno a partir de recursos renovables implica la electrólisis del agua, donde una carga eléctrica divide las moléculas de agua en hidrógeno y oxígeno. Sin embargo, en una época en la que aumentan los problemas de seguridad hídrica, el rápido avance del cambio climático y las sequías, la escasez de agua se ha convertido en un problema urgente a nivel mundial.
El aumento de la población mundial no hace sino agravar el problema de la escasez de agua. Muchos se han preguntado si el uso del hidrógeno como almacenamiento de energía y combustible para el transporte obligará a industrias, como el sector energético y la agricultura, a competir por los recursos hídricos.
Los cálculos del Banco Mundial incluyen el uso anual de energía por país y la extracción total anual de agua dulce, muestran que cubrir las necesidades energéticas totales de un país con hidrógeno no debería suponer una carga para los recursos hídricos en la mayoría de los casos.
Aunque estas cifras sólo son indicativas del problema de la seguridad del agua, proporcionan una idea general de la cantidad de agua que se necesitaría para sustituir el sector energético actual en países concretos que cambien a una economía basada en el hidrógeno.