A la humanidad le bastó tan solo doscientos años para pasar del billón de habitantes a más de 8.2 billones, y a medida que la población crecía, la demanda por nuevos recursos de energía hizo que pasáramos de la biomasa al carbón y actualmente al petróleo, debido a su abundancia, bajos costos y fácil distribución. Pero las preocupaciones globales por el cambio climático, la justicia social y la buena gobernanza, están presionando a una metamorfosis irrenunciable en los sistemas de producción de energías basados en recursos fósiles hacia sistemas de producción energética más limpios y confiables, fenómeno al que hoy se le conoce como la transición energética. Con todo ello, cabe preguntarse, en plena vigencia de este movimiento mundial, cuál será el rol del petróleo y el futuro de las reservas hidrocarburíferas aún pendientes de explotar en jurisdicciones ricas en el oro negro.
Para la directora de GAIA SPE Ecuador, Maritza Vargas, contrario a la creencia generalizada, incluso desde el sector petrolero se puede contribuir con la transición energética, a través de diez grandes estrategias que garanticen la sostenibilidad de sus operaciones en estricto apego a las políticas globales de descarbonización y resiliencia climática. Entre estas, se destacan, por ejemplo, las acciones de eficiencia energética para la reducción del consumo de la electricidad y combustible con un retorno de inversión de menos de un año; el manejo responsable del agua y sus efluentes que ha posibilitado recircular del 80 al 95% del agua dentro de las operaciones; la captura, uso y almacenaje de carbono para disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero en 25%; el uso de energía renovables limpias para la generación eléctrica de consumo propio; o la incorporación del hidrógeno y biocombustibles en el portafolio de productos de la industria petrolera.
En el webinar “La transición energética: fin de la industria petrolera o su transformación”, organizado por el Programa GAIA de la SPE Sección Lima, ejemplificó que algunas de las empresas líderes en el sector Oil&Gas que han anunciado sus compromisos con la carbono neutralidad de sus operaciones para el año 2050, son ExxonMobile, British Petroleum, Chevron, Total Energies, Shell, Eni, Equinor y Repsol; las cuales, junto a otras compañías del mismo rubro, han desembolsado una inversión en energías ecoamigables superior a los 5 mil millones de dólares en 2021, principalmente en instalaciones de energía solar y energía eólica, producción y uso de biocombustibles y tecnologías de captura y almacenamiento de dióxido de carbono, según un estudio elaborado por la Asociación Internacional de la Energía (IEA, por sus siglas en inglés).
“Total Energies descarbonizará sus refinerías europeas con 500 mil toneladas de hidrógeno verde por año. La compañía tiene refinerías en Bélgica, Alemania, Holanda y Francia, y todas utilizan hidrógeno gris. La meta es descarbonizar estas refinerías en el 2030, cambiando el hidrógeno gris por el verde y así reducir sus emisiones netas de GEI en un 40%. Con ello, esperan reducir las emisiones de CO2 estimado en 5 millones de toneladas por año. Asimismo, Shell, en China, tiene una estación de recarga de vehículos eléctricos en el aeropuerto de Shenzhen y alimenta a 300 mil vehículos diarios. Ofrece electricidad para el área de café, la estación de ventas y la sala de espera. Los paneles solares están montados en los techos de la estación y generan 300 mil kW-h de electricidad renovable cada año”, afirmó la especialista en sostenibilidad.
Reafirmó la directora de GAIA SPE Ecuador, Maritza Vargas, que el Perú tiene una matriz energética diversificada y cuenta con gran participación de la generación hidráulica y el gas natural, un recurso que, si bien es fósil, resulta ser más limpio y confiable en comparación con otras fuentes de combustión tradicional. Además, su consumo energético fue de apenas casi 60 teravatios hora (TWh) en 2023, muchísimo menor que lo reportado por la Unión Europea o Estados Unidos, cuyo consumo sobrepasa los 2,000 TWh; por consecuencia, son los responsables de los mayores volúmenes de GEI expulsados al ambiente y donde resulta más apremiante la transformación de la canasta energética. No obstante, el hecho de que EE. UU. haya desistido de firmar el Protocolo de Kyoto hace pensar en cuán comprometidos se encuentran las grandes potencias respecto a su compromiso con el medioambiente.
Por todo ello, a criterio de la especialista, la transición energética “depende de quien la quiere definir y quien la quiera implementar”. Y explayó: “Los países del primer mundo nos tratan de obligar a tomar políticas que van en contra de nuestros propios intereses, pero la verdad es que los que están contaminando más no somos nosotros. La transición energética es una oportunidad para cambiar y no tendría sentido que el mundo pasara de combustibles fósiles a renovables si el costo ambiental es grande. Cada país tiene soberanía y el derecho de decidir dónde invertir y qué áreas desarrollar. Se ha demostrado que la industria petrolera es una fuente de desarrollo energético, de empleo y de atracción de capital. Esos son los modelos que deberíamos seguir: transición energética, cuidar al medioambiente y seguir produciendo nuestros recursos como convenga para cada uno de los países”.