De a pocos, países de distintas regiones van sumándose al cambio mundial de las energías limpias. Sucedió con el Perú, cuando en el 2012 emprendió el viaje sin retorno hacia las fuentes renovables de la mano de la central solar Repartición, la primera de su tipo en nuestro país. Y, luego, en el 2014, con la primera central eólica Marcona. Ambas infraestructuras, para tal caso, asentadas en la zona costera, muy propicia por sus excelentes condiciones climáticas de elevado calor y fuertes vientos.
Ahora, esta misma experiencia es la que se quiere repetir en El Salvador, con su primer parque eólico, que prontamente se ubicará en la parte occidental del país, específicamente en la región de Santa Ana. El susodicho ha sido bautizado con el nombre de “Ventus”, y con sus 50 Mw de capacidad promete dotar de energía confiable y sostenible a más de 80,000 familias salvadoreñas.
Ventus es una apuesta seria y eso se puede constatar en su avanzado armado. Hasta setiembre de este año se podía observar que las fases de construcción y ensamblaje de los aerogeneradores caminaba a un 85%. Y de ello fueron testigos el ministro de Hacienda, Alejandro Zelaya, el comisionado presidencial de Proyectos Estratégicos, Luis Rodríguez y la directora general de Aduanas, Samadhy Martínez, quienes corroboraron de extremo a extremo el desarrollo del proyecto.
En este gran mastodonte de la energía inacabable, se izarán 15 torres de 120 metros de altura con tres aspas de 67 metros, generando cada año aproximadamente 170 GWh. Comprar, transportar, instalar y poner en marcha esta orquesta sinfónica del viento ha supuesto $ 88 millones a cuenta de inversionistas privados, quienes, contra los embates de la pandemia de la COVID-19, soplaron más fuerte para direccionar Ventus a buen puerto.
Se mantiene el firme propósito de emprender la operación del parque eólico Ventus para inicios de enero del 2021, así lo avizoran los hacedores del proyecto.