La energía osmótica es una manera no convencional de producir electricidad, haciendo uso de las diferencias de salinidad entre las aguas dulces y saladas en las desembocaduras de los ríos en el mar. Si bien es un tipo de energía que aún se encuentra en desarrollo, existen algunos proyectos en el mundo que han presentado avances y resultados significativos.
En esa línea, la Universidad del Norte y la Universidad Nacional de Colombia (sede Medellín) se encuentran llevando a cabo un proyecto piloto para crear la primera planta de esta clase en Latinoamérica, aprovechando la desembocadura del Río Magdalena en el Océano Atlántico.
El docente asociado del Departamento de Física y Geociencias de Uninorte, Óscar Álvarez, comenta de dónde surgió la idea: “El Caribe colombiano es una zona privilegiada para la generación de energías renovables, con fuentes solares y fuentes eólicas, de las cuales ya se vienen adelantando proyectos de plantas de generación. Pero nosotros nos estamos enfocando más en las fuentes no convencionales, particularmente en aquellas asociadas con el océano, que son las energías marinas”.
De esta manera, los grupos de investigación establecidos en el seno del alma máter han podido determinar un enorme potencial en la desembocadura del río Magdalena para la generación de energía osmótica: “el Magdalena es uno de los 10 ríos con mayores posibilidades para producir este tipo de energía en el mundo. Desde el Departamento, en colaboración con investigadores de la Universidad Nacional, estamos diseñando el primer piloto de este tipo en América Latina. Hay algunas plantas ya trabajando en países como Italia, Holanda y Canadá, pero en Latinoamérica seríamos los primeros”.
Ese primer proyecto piloto estaría siendo implementado entre finales de este año y el próximo. Se convertiría entonces en un sitio de pruebas pionero para toda la región. Hasta el momento están desarrollados los diseños. El proyecto cuenta con financiación parcial por parte de Minciencias.
El costo total de la construcción de esta planta está estimado en US$39.500, de los cuales el Ministerio aportó US$22.000, por lo que hay un faltante de US$17.000, que provendrían del sector privado con empresas que quieran vincularse a este proyecto líder.
Según el profesor, esta prueba es una muestra de que la sociedad está migrando hacia otro tipo de energías que permitan un mayor cuidado de los recursos naturales. Consciente de esta necesidad, la Universidad busca que la maestría en Ciencias de la Tierra sea un referente desde la academia para la región. “En la medida en que el mundo decide como Objetivo de Desarrollo Sostenible una transición energética hacia energías más limpias, y también en la medida en que el país se compromete con esos objetivos, este propósito va trascendiendo de políticas de Estado hasta las bases de la sociedad misma. A futuro los profesionales deben alinear su profesión hacia lo que el mercado demanda”, finalizó.