Haitham Al Ghais, secretario general de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (Opep), cuestionó a quienes aseguran que el futuro del mundo estará basado únicamente en energías renovables y vehículos eléctricos, por no ofrecer una visión completa, pues sus evaluaciones de las inversiones necesarias y la velocidad de la transición energética parecen poco realistas.
“Los vehículos eléctricos, las turbinas eólicas, los paneles solares y las nuevas redes eléctricas tienen hambre de minerales críticos: un vehículo eléctrico contiene aproximadamente 200 kg de minerales, mientras que uno convencional utiliza 34 kg. Un megavatio de electricidad producido por una turbina eólica marina requiere alrededor de 15 toneladas de minerales, mientras que la energía solar requiere siete toneladas”, explicó.
Remarcó que el uso de carbón y gas es vital para refinar los minerales mediante diversos procesos térmicos y químicos, como facilitar la eliminación de otros metales y el calentamiento a altas temperaturas para producir formas más puras.
Aseveró que la producción de turbinas, paneles solares y vehículos eléctricos no se puede lograr sin productos finales de petróleo.
“Los productos derivados del petróleo también se utilizan en excavadoras, topadoras y camiones volcadores, así como en diversas formas de transporte para trasladar los minerales desde los centros de suministro hasta los de demanda (…) La industria petrolera, las energías renovables y los vehículos eléctricos no están separados entre sí. No funcionan en compartimentos estancos”, aseguró Al Ghais.
También, el secretario se preguntó si es objetivo pensar que las energías renovables pueden satisfacer por sí solas la expansión eléctrica prevista, teniendo en cuenta que la energía eólica y solar suministran un poco menos del 4% de la demanda energética mundial, y los vehículos eléctricos tienen una tasa de penetración global total de entre el 2% y el 3%.
“Se espera que una de las mayores fuentes de nueva demanda de minerales, en particular de cobre, provenga de la necesidad de nuevas infraestructuras para la red eléctrica, como líneas eléctricas y transformadores. En un mundo de cero emisiones netas, la red eléctrica tendría que extenderse hasta el sol, una distancia de alrededor de 152 millones de kilómetros”, añadió.