Según datos recientes de la petrolera PDVSA, la región de Sudamérica que tiene más petróleo que Arabia Saudita es la «Faja Petrolífera del Orinoco» (FPO), cuyas reservas ascienden a los 300.878 millones de barriles. Una cantidad desconunal que supera las reservas de cualquier otro país en el mundo, incluyendo a Canadá, Estados Unidos y Rusia, y que la cataloga como la región con mayor acumulación de crudo en todo el planeta.
La FPO tiene aproximadamente 600 kilómetros de longitud y 70 kilómetros de ancho, y contiene un estimado de 1,2 billones de barriles de petróleo, de los cuales más de 270.000 millones son considerados recuperables, según contó Jorge Navarro, vicepresidente de la Asociación de Geólogos y Geofísicos Españoles del Petróleo a El Economista.
La FPO es también sinónimo de desafíos significativos. El crudo pesado y extrapesado que predomina en esta región presenta obstáculos notables para su extracción, transporte y refinación.
A diferencia del petróleo ligero, más económico de producir y procesar, el crudo de la FPO requiere tecnologías avanzadas y costosas para su aprovechamiento. Métodos como la inyección de vapor y el uso de diluyentes son esenciales para movilizar este petróleo viscoso, lo que incrementa los costes de producción y limita su rentabilidad en mercados con precios bajos del crudo.
La situación se complica aún más por factores políticos y económicos. La industria petrolera venezolana ha sufrido debido a la gestión gubernamental, sanciones internacionales y falta de inversión en tecnología y mantenimiento. Aunque Venezuela posee las mayores reservas de crudo, su capacidad de producción ha disminuido drásticamente en las últimas décadas, un reflejo de los retos internos y externos que enfrenta el país.
Más petróleo que Arabia Saudita, pero no puede capitalizarlo
La paradoja de Venezuela es palpable: un país con recursos energéticos inigualables pero incapaz de capitalizar plenamente su potencial debido a barreras tecnológicas, económicas y políticas. La FPO simboliza tanto la promesa como el dilema de Venezuela en el escenario energético global.
El desbloqueo del verdadero potencial de la FPO requerirá una combinación de reformas políticas internas, colaboración internacional y avances tecnológicos.
A pesar de los desafíos, el interés global en fuentes de energía alternativas y la creciente demanda de petróleo sugieren que la FPO permanecerá en el foco de las discusiones energéticas mundiales.