El aumento de las temperaturas, el descenso de las precipitaciones y el riesgo de desertificación está modificando la agricultura y el aprovechamiento del suelo. Los invernaderos, e incluso las estructuras que den sombra, se convierten en una necesidad cuando el sol es demasiado fuerte y hay que evitar que las plantas se sequen.
La premisa de la energía agrovoltaica es combinar dichas cosas: instalar paneles fotovoltaicos en los campos de cultivo. Por un lado, se aprovecha mejor el suelo necesario para la energía solar y por otro, se protege del sol a las plantas más delicadas. Las ventajas de esta estrategia son muchas:
• Protección para las plantas contra las altas temperaturas y las condiciones climáticas extremas: si tenemos plantas en el balcón, podemos entender fácilmente que a veces demasiado sol puede matar a la planta. Los cultivos tienen un punto llamado saturación de luz a partir del cual se pueden producir daños en la planta y aumenta la demanda de agua. La posición de los paneles solares puede ajustarse en para proporcionar la cantidad adecuada de sombra cuando sea necesario.
• Reducción de la evaporación y aumento de la humedad del suelo: la sombra de los paneles solares reduce la evaporación del agua del suelo y se pueden conseguir ahorros de hasta el 29%. Esto permite optimizar el uso del agua en el cultivo.
• Protección del ecosistema: la integración agrovoltaica contribuye al desarrollo sostenible ya que, por un lado, las estructuras de sombra ayudan a conservar la biodiversidad y reducen el uso de herbicidas. También se pueden combinar con pastos y la cría de animales en el mismo terreno.
• Aumento del rendimiento en la producción la electricidad: según un estudio de la Universidad Estatal de Oregón (OSU), en EE UU, pionera en agrovoltaica, no solo los cultivos se benefician. El rendimiento de los paneles fotovoltaicos depende de la temperatura y, gracias al efecto refrigerante de la evaporación de las plantas, el rendimiento de los paneles aumenta hasta en un 10%.
Además de los paneles solares elevados sobre el suelo, existe la posibilidad de crear “invernaderos fotovoltaicos” en los que el tejado soporta los paneles solares. En estas estructuras se pueden controlar las condiciones con mayor facilidad e incluso dedicarlas a cultivos hidropónicos que aprovechan más aún el espacio disponible.
Un proyecto piloto junto al lago Constanza, en Alemania, pone de manifiesto las ventajas y también los desafíos de esta tecnología. El suelo es muy caro en esa zona, y la producción de energía solar produce 10 veces más ingresos por metro cuadrado que los cultivos de maíz, patatas o soja.
Para los propietarios de los terrenos sería más fácil abandonar los cultivos, sin embargo, la combinación de ambas actividades está dando buenos resultados.
Según los cálculos del estudio anterior de OSU, si tan solo el 1% de la superficie usada para la agricultura en el planeta se combinara con la producción de energía solar, se conseguiría cubrir la totalidad de la demanda mundial de electricidad.